La relación de los restaurantes con sus clientes es un fenómeno curioso, que va mucho más allá que el generado por la comida. Este vínculo que hace que se cuiden mutuamente ha quedado especialmente demostrado en los momentos difíciles que comenzaron con la pandemia.
La restauración ha sido uno de los sectores comerciales más afectados por la cadena de sucesos que afectó a España y al mundo. La pandemia de la COVID 19 desató una crisis que era imposible de prever. En pocos días, el mundo se detuvo y comenzó un período en el que la inestabilidad, las dudas, el abatimiento, y la caída abrupta de la economía conmovió a los restauradores.
Las características propias del negocio hicieron que el flechazo negativo fuera fatal. Las restricciones en las salidas, cuarentenas, confinamientos, aislamiento social, marcaron un punto de inflexión en el trabajo de los restaurantes. No se podía salir de casa, el contacto entre humanos parecía mortal, y la sensación era angustiante para todos
En este entorno surgieron ideas para mantener el negocio funcionando. El delivery y el take away permitieron a muchos permanecer con cierta rentabilidad. La tecnología fue un gran salvavidas que contribuyó a que el restaurante pudiera implementar medidas de protección para sus clientes.
La crisis sanitaria llevó su tiempo y provocó mucho daño. Pero la ola de desastres comenzó a bajar su violencia y dejó de presionar. La gente pudo volver a salir y lo hizo con ganas acumuladas.
Sin dudas, aunque el delivery se transformó en una opción muy útil, no desplazó para nada a la salida al restaurante. El concepto de experiencia del cliente en el local quedó confirmado. Los españoles extrañaban el restaurante, los encuentros con amigos, esos momentos fuera de casa en los que se disfrutaba mucho más que la comida.
Sin embargo, la depresión no está resuelta. Si bien la crisis sanitaria va quedando en el olvido, algunas consecuencias aún perduran. La pérdida del poder adquisitivo de la gente se une al aumento de los costes, y se desequilibra el sistema. A ellas se suman nuevas circunstancias que obligan a los restauradores a reacomodarse otra vez para sobrevivir.
El presente en la restauración
La guerra entre Rusia y Ucrania parece no tener fin y la recesión económica no deja de crecer. Es cierto que algunos restaurantes lograron una rentabilidad cercana a la que tenían en 2019, pero la mayoría apenas se sostuvo. Las previsiones económicas son fatales para España y anuncian que el primer trimestre de 2023 seguirá muy complicado.
El principal factor que incide en esta nueva situación es la crisis energética. Y la energía impacta en todo. La consecuencia que ya está a la vista es la suba de los precios.
Los costes de las materias primas, de la energía, de los salarios y aportes de empleados, pone otra vez en aprietos a todo el sector, que apenas comenzaba a levantar cabeza.
Los restauradores saben que un aumento de precios equivaldría a la pérdida de muchos de los clientes que, poco a poco, se han recuperado. Y realizan un gran esfuerzo para mantenerse con la menor variación posible. Ejemplo de esto es que, cuando el IPC general subió más de un 10%, el de la restauración se mantuvo cuatro puntos por debajo.
¿Qué opinan los clientes de los precios en los restaurantes?
Los clientes festejan las reaperturas y los reencuentros con los restaurantes y bares. El encierro se sufrió mucho. Algunas personas siguen lamentando la desaparición de sus restaurantes favoritos y no quieren ni pensar en que vuelva a pasar.
Un estudio realizado por Popmenu permitió conocer cuál es el sentir de los clientes de restaurantes, bares, cafeterías. La empresa, que se dedica a tecnología y transformación digital, encuestó a mil personas.
Algunas conclusiones interesantes:
- Un 58% de los encuestados visita con más frecuencia los restaurantes que en el 2021.
- De sus opiniones se desprende que el 43% salió a comer para apoyar a los locales. Un 61% lo hizo por comodidad y el 36% restante para ahorrar.
Es significativo y demuestra una vez más el valor del restaurante en la vida de la gente el hecho de que muchas personas eligieran el ayudar a los locales como motivo de sus salidas.
¿Qué opinan los clientes de los aumentos en los precios?
Quizás porque todos los precios han aumentado en España, tal vez porque las ganas de salir a disfrutar del restaurante son más fuertes que la preocupación por la economía, lo cierto es que más de la mitad de las personas que comen en restaurantes acepta los precios sin quejas.
- El 61% manifiesta que no importan los precios, que aceptarían los precios con gusto si de esa manera pueden seguir visitando los restaurantes.
- El 68% expresa que aceptaría precios caros si con eso ayuda a que el restaurante permanezca en actividad.
A causa de la inflación más del 90% de los restaurantes ha tenido de subir los precios. Este apoyo de los clientes que entienden que la subida de precios es una medida que el restaurante no puede evitar, alivia un poco a los restauradores.
Sin embargo, hay un hecho que preocupa. Los usuarios perciben que el aumento de precios es 4 veces mayor que el real. Probablemente esto se deba a que todos los precios han subido en España y se extiende el efecto a los restaurantes.
Un futuro incierto
Los restauradores y sectores vinculados consideran que el sector horeca sigue con buen estado de salud. Un elemento favorecedor fue la reactivación del turismo, que se sumó positivamente a los números del consumo interno. Ha sido el sector que más puestos de trabajo ha sumado.
Sin embargo, la cautela se une al optimismo. Los restauradores trabajan en encontrar propuestas tentadoras y caminos para mantener los precios a un nivel aceptable que facilite el acceso de los clientes.
Una especie de simbiosis del restaurante con sus clientes es una forma posible de mantener la rentabilidad. Proteger al cliente y, a su vez, mantenerse vigente, es el gran desafío del año 2023.